PADRE ALONSO RODRÍGUEZ
DE LA ESTIMA, DESEO Y AFICIÓN QUE HEMOS DE TENER A LO QUE TOCA A NUESTRO APROVECHAMIENTO ESPIRITUAL, Y DE ALGUNAS COSAS QUE NOS AYUDARÁN PARA ELLO
Del aprecio y estima que debemos tener de las cosas espirituales.
En el CAPÍTULO séptimo de la Sabiduría dice el Sabio:
Deséelo, y me fue dado sentido; lo pedí a Dios, y vino en mí el espíritu de la sabiduría; y la tuve en más que los tronos y cetros reales; y las riquezas no estimé en nada en comparación de ella, ni las piedras preciosas; porque todo oro, en su comparación, es un poco de arena, y la plata es como lodo delante de ella. La verdadera sabiduría, en que habemos de poner los ojos, es la perfección, que consiste en unirnos con Dios por amor, conforme a aquello del Apóstol San Pablo (Cl 3, 14):
Sobre todas las cosas os encomiendo la caridad, que es vínculo de la perfección, y nos junta y une con Dios. Pues la estima, que dice aquí Salomón que tuvo de la sabiduría, ésa habemos de tener nosotros de la perfección y de todo lo que sirve para ella. En su comparación todo nos ha de parecer un poco de arena, y un poco de todo y estiércol, como decía el mismo Apóstol (Flp 3, 8): [Todas las cosas las estimo por estiércol y basura con tal de ganar a Cristo].
Este es un medio muy principal para alcanzar la perfección; porque al paso que anduviere esta estima en el corazón, a ese paso andará nuestro aprovechamiento, y toda la casa y toda la Religión.
La razón de esto es, porque según es la estima en que tenemos una cosa, según eso es el deseo que tenemos de ella. Porque la voluntad es potencia ciega y sigue lo que le dicta y propone el entendimiento; y conforme a la estima y aprecio en que se lo pone, conforme a eso es la voluntad y deseo de alcanzarlo. Y como la voluntad es la reina, y la que manda a todas las demás potencias y fuerzas del alma interiores y exteriores, según es la voluntad y deseo que tenemos a una cosa, suele ser el procurarla y el poner los medios, y hacer las diligencias para alcanzarla; y así importa mucho que la estima y aprecio de las cosas espirituales y de lo que pertenece a nuestro aprovechamiento sea grande para que la voluntad y el deseo de ello sea grande, y la diligencia para procurarlo y alcanzarlo sea también grande, porque todas estas cosas suelen correr a las parejas.
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